Cuando adoptamos nuevos integrantes en la familia, concretamente perros y gatos, además de informarnos sobre sus necesidades y qué cuidados especiales debemos brindarles, es muy importante saber como protegerlo a él y a la familia de las famosas parasitosis.
Hoy hablaremos de la toxoplasmosis, parasitosis asociada a graves lesiones oculares.
La toxoplasmosis es una enfermedad muy frecuente a nivel
mundial. Se estima que más de la mitad
de la población de nuestro planeta es portadora del parásito que la causa, el Toxoplasma
gondii, eso podría incluirnos a ti y a mi.
El reservorio natural del parásito lo constituyen los felinos, entre ellos el gato doméstico, también el hombre y otros animales de sangre caliente, como aves y mamíferos, son sus hospederos intermediarios.
Las medidas de
prevención son particularmente importantes en las mujeres embarazadas, los niños y
los ancianos y consisten en normas generales de higiene para evitar la transmisión por
alimentos o agua contaminada, no consumir carne cruda o poco cocinada y evitar
contacto con heces de gato, lavar bien frutas y verduras antes de consumirlas.
Si el gato siempre ha sido casero, es mas difícil que tenga el parásito. Pero si tiene
acceso al exterior o es silvestre (como el caso de algunos gatos dados en adopción), o come carne cruda, o caza pájaros o ratones
y se los come, entonces sí puede infectarse.
El contagio no es a través de animales de compañía, sino a través
de la contaminación de alimentos y su consumo: carnes crudas o mal cocidas,
frutas y alimentos no lavados.
La
toxoplasmosis ocular constituye la causa más frecuente de uveítis posterior: inflamación de la úvea o capa media del ojo, encargada, entre
otras funciones, de suministrar sangre.
Como al parásito le encanta la mácula, es decir el área con mejor visión, puede ocasionar ceguera central.
Una medida de prevención es la eliminación adecuada de las heces de los gatos
La contaminación fecal de las manos es un factor de riesgo
Se transmite de varias maneras.
La transmisión de madre a feto (a través de la placenta) ha sido la más
aceptada y se ha planteado que la mayoría de los pacientes con toxoplasmosis
ocular se contagian de esta manera. Sin embargo, la vía oral por la ingestión
de los quistes del parásito contenidos en productos como verduras, frutas, agua
de beber o carne cruda o mal cocinada de un animal infectado se acepta hoy como
la de mayor transmisibilidad.
Afecta por igual a personas de todas las edades y no
distingue género, raza ni estrato social. Aproximadamente el 80% de
los episodios de toxoplasmosis ocular ocurren en pacientes entre los 15 y 45
años.
La infección por el parásito no es sinónimo
de enfermedad, la cual suele cursar de manera asintomática o con síntomas muy
ligeros, benignos, de corta duración, y rara vez compromete otros órganos en
los pacientes con sistemas de defensa normales.
Una fase aguda de
este padecimiento podría manifestarse por inflamación de los ganglios de la
región cervical, fiebre y decaimiento.
En los
inmunodeficientes y enfermos de SIDA el comportamiento de esta dolencia es
diferente. Puede ser muy grave, y hasta mortal, debido a que origina
afectaciones en varios órganos, entre ellos el cerebro.
La toxoplasmosis ocular puede ser
congénita es decir, presente en el nacimiento, o manifestarse posteriormente, con mayor
frecuencia entre los 10 y los 20 años; o ser adquirida, y presentarse entonces
en cualquier momento de la vida.
Si la mujer embarazada es positiva para la toxoplasmosis, debemos descartar si se trata de un proceso agudo o es algo antiguo y lo más importante: HACER UN CONTROL AL RECIÉN NACIDO!!! por eso discrepo con algunos colegas ginecólogos que no hacen controles de toxoplasmosis a la madre en el embarazo.
Como manifestaciones, en los niños pequeños
predominan el estrabismo (ojos bizcos), la pupila blanca (leucocoria) y el nistagmo
(movimientos oculares espontáneos y repetidos).
En los niños mayores, adolescentes y
adultos los síntomas más comunes son enturbiamiento de la agudeza visual o
pérdida de la visión central.
En ocasiones la afección no da síntomas y suelen
diagnosticarse durante exploraciones de rutina.